domingo, 14 de junio de 2015

¿Por qué no funcionan las terapias naturales?

Este es un aspecto fundamental que, aunque ya lo he mencionado alguna vez, hace falta analizar cuidadosamente:

1. Por mucho que he mencionado que se puede ayudar a personas que siguen un ritmo de actividad muy alto, siempre hace falta un mínimo de "conciencia" de quererse curar. No se pueden dar "toques de atención" al cuerpo, iniciando un "diálogo", imprescindible para podernos curar, y no responder con una mínima atención a lo que el cuerpo nos pide. Este defecto suele ir acompañado de una repetición innecesaria (y contraproducente) de un inicio de tratamiento (que se alarga indefinidamente y sin control) de modo que el cuerpo se da cuenta de la "petición" pero, cuando pide una continuidad , recibe una respuesta automática y "sin intención" (caso de la manzanilla eternizada, después del almuerzo copioso). Al cabo de un tiempo (no muy largo, días, semanas) el cuerpo se cansa de esperar la respuesta y sigue con lo que "estaba haciendo".
Y es que el cuerpo siempre busca la homeostasis (equilibrio) en el cuerpo. Y aunque nosotros no seamos conscientes, el trabajo que conlleva mantener este equilibrio a pesar de las malas digestiones (no olvideis que no importa lo que comais, sino lo que aprovechéis) y otros despropósitos, llevan al cuerpo a mantener esta homeostasis, incluso de maneras poco ortodoxas. Está claro que sacrificar calcio y otras sales del cuerpo, por ejemplo, cada vez que se toma un refresco, no es una conducta "sensata". Hacer que los huesos puedan acabar en osteoporosis es una aberración. Pero el cuerpo no puede hacer otra cosa que avisarnos constantemente. Y si no le hacemos caso, tira por el camino del medio. O sea: nos mantiene vivos, respetando las prioridades de supervivencia (corazón, cerebro), mientras le sea posible.
Me vuelvo a repetir: miradlo en el "Mono desnudo". Después de 50.000 años, nuestra fisiología (y la lógica que la mantiene) no ha cambiado mucho.
Por eso fallan la mayoría de tratamientos naturales: ni el ritmo, ni el orden ni la posología, ni la duración, ni la atención mínima, se tienen presentes o, más a menudo, se desconocen.

2. Una variante del anterior párrafo es hacer las cosas en desorden y, además, en lugar de "avisar" al cuerpo, "enfrentarse" a él de malas maneras. Hacer naturopatía, vaya. Pocos elementos naturales son aceptados por el cuerpo (y no en todos los casos), cuando se utilizan estilo "elefante en la cacharreria". El cuerpo mantiene la homeostasis de la manera que puede. Y tú no puedes intentar, por ejemplo, eliminar elementos que lo perjudican sin saber si el sistema inmunitario tiene suficiente fuerza para salir adelante. Y sin saber si el cuerpo, en este momento, ha "preferido" mantener estos elementos nocivos (contra los que poco o mucho puede luchar), en lugar de permitir que otros, más agresivos o contra los que está más indefenso, sean los predominantes . Si tú eliminas estos elementos "controlados" y desencadenas una reacción de los más "peligrosos", te arriesgas a generar más daño que bien en el intento de curación. O sea que yo no estoy de acuerdo con que "todas" las terapias naturales sean inofensivas en todas las circunstancias.
Es cierto que hay elementos naturales que pueden cubrir casi todos los frentes que el cuerpo necesita (aceites esenciales, por ejemplo), pero son de una potencia (más que la mayor parte de antibióticos) que precisa de un control muy cuidadoso , porque toda su potencia, mal encaminada, puede provocar un auténtico desastre. Se me ponen los pelos de punta cuando veo que, casas de aceites esenciales muy prestigiosas, publican folletos que, supuestamente, permiten a cualquiera automedicarse con aceites esenciales. Si se tiene en cuenta que los aceites esenciales tienen efectos eléctrico-energéticos y emocionales potentísimos, no basta con saber "para qué afección sirven". Que, por cierto, no tienen nunca el mismo efecto en cada persona, por mucho que lo deseen los "estandarizadores" de remedios. Mucho cuidado, que la supuesta inocuidad de las infusiones (que no lo son, aunque las consecuencias no sean graves) no nos haga pensar que los aceites esenciales son "pret-a-porter". Sólo os diré que, de las diferentes terapias naturistas, la aromaterapia es la única de la que he hecho unos estudios adicionales. O sea que, aparte de terapeuta naturista, soy aromaterapeuta.

3. Para entender la fisiología de cada cuerpo, y por lo tanto hacer las cosas adecuadamente, hay que entender las terapias naturales (y para qué sirven) muy profundamente. Yo he tenido la inmensa suerte, como ya me pasó en mi oficio anterior (la informática), de poder "conectar" con los padres del naturismo muy joven, al tiempo que he accedido a las terapias más modernas. Y es que, gracias a los médicos que me trataban de pequeño (gracias a mi padre, a quien nunca le agradeceré lo suficiente), a mi voracidad lectora (en casa, aparte de pocos libros de aventuras, sólo había libros de naturismo) y, modernamente y por encima de todo, la persistencia y experiencia de mi maestro principal, he acabado entendiendo (casi) todas las técnicas naturistas habituales. Tengo muy claro que nunca dejaré de estudiarlas.
La principal razón (o una de las principales) del desconocimiento de las técnicas naturistas "ancestrales" es que no estamos acostumbrados (en estos tiempos de prisas en todo) a manejarnos con técnicas que han sido descubiertas con un "empirismo" brutal. O sea que las personas que las han descubierto, tuvieron que revisar miles de casos para llegar a conclusiones. Pero, una de las pegas principales que nos "echan para atrás" es que, muy a menudo, estas curaciones y sus rituales van acompañados de una fuerte carga ideológica o religiosa. Y a nadie le gusta sentirse poco menos que "insultado" o despreciado cuando, para saber cómo curarse, descubre que es un "sátiro, pecador o demonio concupiscente". A mí, con el tiempo, estas diatribas me causan cierta ternura (cuando no me hacen reír). Pero no se puede prescindir de estos descubrimientos porque la envoltura haga tufo de "carca". En el mismo orden de cosas, hace tiempo que se están generando problemas médicos porque lo "políticamente correcto" impide saber que, por ejemplo, hay problemas fisiológicos más ligados a unas razas que otras. Pasa como (y perdonad la comparación) como en el caso de las mujeres: se prefiere que alguien diga "los hombres y las mujeres" continuamente (las formas), en lugar de ver si esta persona respeta auténticamente a las mujeres (el fondo). Así, el mal uso de la información o la existencia de xenófobos, impide que en la Wikipedia se puedan ver informaciones muy interesantes al respecto de la incidencia de unas enfermedades u otras en las diferentes razas (ligadas, a menudo, a su origen geográfico). Si pensais que los grupos sanguíneos están muy relacionados con la raza o el sitio original donde vivían ciertos grupos étnicos, os dareis cuenta de que el hecho de ocultar informaciones vitales nos puede llevar a suposiciones erróneas.

Para terminar, os diré que ya sé que, a pesar de todo lo que os he dicho, no podremos evitar dejarnos arrastrar por las prisas de esta vida moderna. Pero debemos ser conscientes de lo que le pasa a nuestro cuerpo. Así, al menos, cuando podamos dedicarle una mínima atención (la atención es amor, en definitiva), comenzaremos el camino de retorno a la salud.

jueves, 4 de junio de 2015

La ciencia y el amor

Este título es, lo reconozco de antemano, un despropósito.

Lo sé. Pero no se me ocurre cómo decirlo de otra manera.

Y es que, como en el caso del doctor Jekyll y Mister Hyde, parezco una persona con dos extremos. Los que me conocen se hacen cruces de que pueda actuar de maneras tan divergentes. A mí también se me haría raro, pero es que me conozco hace mucho tiempo.

Se alucinan de que, conociendo mi faceta extremadamente exigente en el aspecto científico, la pueda compaginar con una faceta de empatía "amorosa" hacia los demás. Me han llegado a decir que es incompatible ser superexigente en el aspecto científico y compaginarlo con ser sensible y empático. En cambio, para mí, es perfectamente lógico. Pero no es una lógica científica. Es una lógica de amor.

Porque no podría soportar atender mal a una persona que lo necesita, porque no he sido suficientemente riguroso en el aspecto científico. Sé que no soy infalible y que tendré que pedir (todavía) perdón muchas veces. Pero es que si no afrontara el tratamiento de una persona con amor, no podría hacerlo. Porque puedo preservar el amor por la persona, sin que las emociones me estorben, siempre que sepa que hago lo mejor que puedo mi trabajo de terapeuta. Y que, aunque me siga equivocando, haré lo imposible para aportar lo mejor de mí cada día. Y, cada día que pasa, es un nuevo paso en este sentido.

La lógica del amor me está diciendo que escriba esto. Y que adjunte un poema que me trastornó de pequeño. Creo que tenía 10 años cuando lo descubrí. Y me impactó tanto que, a lo largo de los años, he ido revisando y guardando cada copia y traducción que he encontrado. Ninguna me acababa de satisfacer plenamente. Hasta que, hace 7 años, tuve el atrevimiento, y la poca vergüenza, de traducirla directamente del inglés, haciendo una versión también en verso, como en el original inglés de Rudyard Kipling. 

Os la envío porque refleja muy bien lo que soy (o intento ser).

IF


Si mantienes la cabeza fría
cuando otros no, y te señalan.
Si confías en ti, y nadie lo hacía,
pero respetas a los que te apartan.
Si esperas sin desesperanza.
Si, engañado, no mentirías.
Y, odiado, no buscas venganza.
Ni finges bondades, ni sabidurías.

Si sueñas, y el sueño no es lastre.
Si piensas, sin desviarte.
Si encuentras triunfo y desastre,
dos impostores, sin alterarte.
Si soportas que tu verdad cabal
sea torcida por las gamberradas.
O ver, perdida, tu gran obra vital
Y rehacerla, con piezas gastadas.

Si pones tu fortuna en juego
y la arriesgas a una jugada.
Y pierdes, y empiezas de nuevo.
Y no dices una palabra.
Si puedes usar corazón y tendones,
perdida hace tiempo la vitalidad,
y aguantan contigo cuando no hay soluciones
más que insistir en decir: "Aguantad".

Si hablas al pueblo sin cambiar tu vida.
O vas con los reyes, pero por tu parte.
Si ni enemigos ni amigos te causan heridas.
Si cuentan contigo, sin necesitarte.
Si a un minuto terrible le apuras
sesenta segundos con ánimo frío.
Tuya es la Tierra y sus criaturas.
Y, mucho más, serás Hombre, hijo mío.
RUDYARD KIPLING