jueves, 4 de junio de 2015

La ciencia y el amor

Este título es, lo reconozco de antemano, un despropósito.

Lo sé. Pero no se me ocurre cómo decirlo de otra manera.

Y es que, como en el caso del doctor Jekyll y Mister Hyde, parezco una persona con dos extremos. Los que me conocen se hacen cruces de que pueda actuar de maneras tan divergentes. A mí también se me haría raro, pero es que me conozco hace mucho tiempo.

Se alucinan de que, conociendo mi faceta extremadamente exigente en el aspecto científico, la pueda compaginar con una faceta de empatía "amorosa" hacia los demás. Me han llegado a decir que es incompatible ser superexigente en el aspecto científico y compaginarlo con ser sensible y empático. En cambio, para mí, es perfectamente lógico. Pero no es una lógica científica. Es una lógica de amor.

Porque no podría soportar atender mal a una persona que lo necesita, porque no he sido suficientemente riguroso en el aspecto científico. Sé que no soy infalible y que tendré que pedir (todavía) perdón muchas veces. Pero es que si no afrontara el tratamiento de una persona con amor, no podría hacerlo. Porque puedo preservar el amor por la persona, sin que las emociones me estorben, siempre que sepa que hago lo mejor que puedo mi trabajo de terapeuta. Y que, aunque me siga equivocando, haré lo imposible para aportar lo mejor de mí cada día. Y, cada día que pasa, es un nuevo paso en este sentido.

La lógica del amor me está diciendo que escriba esto. Y que adjunte un poema que me trastornó de pequeño. Creo que tenía 10 años cuando lo descubrí. Y me impactó tanto que, a lo largo de los años, he ido revisando y guardando cada copia y traducción que he encontrado. Ninguna me acababa de satisfacer plenamente. Hasta que, hace 7 años, tuve el atrevimiento, y la poca vergüenza, de traducirla directamente del inglés, haciendo una versión también en verso, como en el original inglés de Rudyard Kipling. 

Os la envío porque refleja muy bien lo que soy (o intento ser).

IF


Si mantienes la cabeza fría
cuando otros no, y te señalan.
Si confías en ti, y nadie lo hacía,
pero respetas a los que te apartan.
Si esperas sin desesperanza.
Si, engañado, no mentirías.
Y, odiado, no buscas venganza.
Ni finges bondades, ni sabidurías.

Si sueñas, y el sueño no es lastre.
Si piensas, sin desviarte.
Si encuentras triunfo y desastre,
dos impostores, sin alterarte.
Si soportas que tu verdad cabal
sea torcida por las gamberradas.
O ver, perdida, tu gran obra vital
Y rehacerla, con piezas gastadas.

Si pones tu fortuna en juego
y la arriesgas a una jugada.
Y pierdes, y empiezas de nuevo.
Y no dices una palabra.
Si puedes usar corazón y tendones,
perdida hace tiempo la vitalidad,
y aguantan contigo cuando no hay soluciones
más que insistir en decir: "Aguantad".

Si hablas al pueblo sin cambiar tu vida.
O vas con los reyes, pero por tu parte.
Si ni enemigos ni amigos te causan heridas.
Si cuentan contigo, sin necesitarte.
Si a un minuto terrible le apuras
sesenta segundos con ánimo frío.
Tuya es la Tierra y sus criaturas.
Y, mucho más, serás Hombre, hijo mío.
RUDYARD KIPLING


No hay comentarios:

Publicar un comentario