martes, 20 de octubre de 2015

Datos de interés

- Como he de conocer perfectamente la fisiología del paciente, mis visitas pueden ser largas (la primera, normalmente, dos horas o más). El precio de la visita larga (más de 75 minutos) es de 70 euros e incluye contactos posteriores, por teléfono o mail, para seguimiento y dudas que no precisen de una nueva visita. Las visitas de revisión de tratamiento y estado del paciente (hasta 75 minutos) tienen un precio de 50 euros y las visitas cortas (hasta 25 minutos), para cambiar prescripciones o hacer revisiones menores, de 20 euros.

- El horario de visitas es muy flexible, siempre a horas convenidas. Lo que más me interesa es que vuestro estado de ánimo esté lo más dispuesto posible y por eso prefiero adaptarme a vuestros horarios, siempre que sea posible.

- Para contactar conmigo podéis hacerlo enviando un mail a ll.tordera@gmail.com o llamando por teléfono al 629793298

- El lugar de visita es en mi casa en Valldoreix (el Parque Natural de Collserola comienza frente a casa) en un ambiente de bosque relajado. Para los que tengan miedo de perderse, no me importa iros a recoger (por ejemplo a la estación). Pensad que hemos de pasar mucho rato charlando de muchos aspectos y que en el coche ya empieza la visita desde el primer momento. Para los que os preocupe la distancia, pensad que el tren tarda 25 minutos de la Plaza Cataluña de Barcelona a Valldoreix y que la frecuencia es similar a la del Metro.

- Estoy obligado como terapeuta, del mismo modo que los médicos, a conservar el secreto de todas las materias que trato con mis pacientes (incluso a preservar el anonimato de quienes son mis pacientes).

lunes, 19 de octubre de 2015

¿La salud imposible?

La pastilla. Esto es lo que pedimos. Para cada dolencia. Rápida, eficaz. Esta es la medicina real. Pero no es natural.

Si comprais flores en el garden, las encontraréis lustrosas, impactantes, bonitas. Son reales, pero no naturales. Me he hartado de "desenganchar" flores "yonkis". Flores adictas a los abonos artificiales, que las mantienen "perfectas" (en apariencia).

Vivimos una vida estresada. Pero trabajamos muchas menos horas que nuestros abuelos. Ellos trabajaban muchas horas (como los "pakis" de hoy en día), pero no se estresaban. Trabajaban con bondad, charlaban con los vecinos y compartían muchas vivencias con los amigos. Nosotros nos pasamos el día corriendo para poder llegar a tener ocio de "calidad". Y lo empleamos en conectarnos compulsivamente a las redes sociales, sentarnos en el sofá, exprimir nuestro tiempo "libre" en abarcar el máximo posible de lo que nos llega en forma de mensajes, comentarios, televisión, ... Esta es la realidad de la mayoría de nosotros. Aislamiento. Hace ya bastantes años, se comentaba que el capitalismo nos quería solos, aislados y egoístas. Es más rentable que cada miembro de la pareja viva por separado (los "singles") y así se les pueden vender dos neveras, dos televisores, ... Lo que está claro es que lo han conseguido. Cada vez nos cuesta más mantenernos en pareja, porque tolerar la individualidad del otro se está convirtiendo en misión imposible. En cambio, mantenernos "unidos" por la tecnología, sin sufrir las consecuencias de la convivencia está a la orden del día.

Hoy, tenemos muchos amigos en las redes sociales, pero no cruzamos la calle para charlar con los vecinos. Vivimos aislados, rodeados de gente, buscando maneras de compartir experiencias, pero sin contacto humano. Y olvidamos que somos animales sociales. Esto me recuerda un experimento cruel y que me entristece rememorar. La prueba de que, un simio recién nacido, acababa prefiriendo morir abrazado a un peluche que le recordaba al calor de la madre, que no ir a alimentarse con un biberón artificial.

En las ciudades encontramos árboles que se han acostumbrado a sobrevivir a la contaminación y que ayudan a hacerla más soportable. Nosotros mismos sobrevivimos ahí, aunque a cambio de "desconectar" (hasta el punto de que hemos olvidado hasta qué punto nos afectan) nuestras alarmas, que nos previenen contra las influencias electromagnéticas adversas o el aire contaminado. Mi hija mayor, Mireia, se dedica, entre otras cosas, a evaluar los impactos de este tipo en viviendas y empresas y a corregir sus efectos.

Leemos sobre estas cosas, nos informamos y las olvidamos. Y somos incapaces de recordar el impacto que tienen sobre nuestra vida de cada día. Os pongo un ejemplo de cómo funcionamos: leía, no hace mucho, sobre el impacto que tienen los contaminantes de los vehículos sobre el medio ambiente. Y, en el caso de los diesel, el posible efecto de ciertas partículas sobre las personas. Mi reacción "intelectual" fue de conciencia ecológica. Pero no terminé el circuito mental recordando que yo mismo tengo un vehículo diesel. Fue por un comentario de mi hija pequeña, María, que fui consciente de ello. Ella es muy sensible en aspectos alimentarios, ambientales, ... Quiero decir que es capaz de notar mínimos cambios de sabor en un plato o de calidad del aire. Y ya hace días que me decía que al entrar en el garaje de casa notaba un cierto dolor de cabeza. Y al final caí: necesito llevar el coche a revisión para ajustar la carburación. Está claro que a mí me afecta igual que a ella la calidad del aire que respiro. Sólo que tengo que volver a "reconectar" mis alarmas, para no tener que usar las de María.

Recapitulemos. Vivimos aislados. Nos dan pastillas para cada "enfermedad" (o síntoma). Las medicinas que nos dan son extractos de principios farmacéuticos aislados (y que no respetan nuestra fisiología en conjunto) que perjudican más de lo que arreglan. Nos olvidamos del mal que nos hace vivir en medio de la contaminación (gases, electromagnetismo, corrientes de agua subterránea, ...). Cada vez la gente se especializa más y perdemos la visión de conjunto.

Y eso me lleva a hablar de mi trabajo.

Ya hace años que me dijeron que yo parecía un hombre del Renacimiento. Interesado por muchas disciplinas, para aprender de todo y todos. Al contrario de los superespecializados médicos y terapeutas de hoy en día.

Y ahora veo lo acertado de aquel diagnóstico. A mi consulta llega gente que quiere recuperar la salud. Lo primero que quieren es la pastilla "naturista" para recuperarla. A veces se la doy para apaciguar su ansiedad. Pero les cuento que esta no es la vía correcta. Muchos me preguntan por mi opinión sobre ciertos preparados o terapias que han leído aquí o allá y el porqué a ellos no les funciona. Y es que hemos trasladado a las terapias "naturales" los mismos errores aplicables a las terapias alopáticas: terapias-pastilla para cada síntoma. Mi respuesta a casi todas las preguntas es: depende de la persona.

Y es que cada persona es diferente y cada síntoma, en cada persona, responde a orígenes distintos. Lo primero que hago en la consulta es evaluar el estado del paciente. Y utilizo muchas técnicas médicas que los propios médicos han ido perdiendo. Hoy en día, si le decís a un médico que os duelen los riñones y a veces se os doblan las rodillas, os dirá que es la debilidad. Y os pedirá que os hagais todo tipo de pruebas. Pocos médicos recuerdan que antes se estudiaba algo que se llamaban metámeras y que explicaba, entre otras cosas, que el mismo "segmento" del cuerpo que abarca la zona de los riñones llega por la espalda hasta las rodillas a nivel nervioso. Y menos médicos recuerdan que, derivándose de ello, nuestro cuerpo refleja el estado de salud de cada órgano del cuerpo en otras partes del cuerpo (en la espalda, por ejemplo). Y que, muchas supuestas contracturas, obedecen a los "mensajes" de órganos que avisan de sus problemas y que colapsan, entre otras cosas, los hombros. Y esto no es materia naturista. Hasta no hace tanto, la usaban los mismos médicos. Ahora volveré a recordar a mis queridos médicos de cabecera. Y lo haré con un caso real y muy reciente.

Este verano, paseando por la montaña, coincidí con un hombre que paseaba con los perros. Mientras los perros nos paseaban, empezamos la charla. Hablando, hablando, surgió a que nos dedicábamos. Mientras que yo comentaba mi oficio, él asentía con la cabeza. Le pregunto a qué se dedica y me dice: "Casi a lo mismo. Soy médico. Pero de cabecera". Acto seguido, me recuerda sus muchos años de médico de cabecera en el pueblo. Visitando ancianos a domicilio. Conociéndolos en su entorno. Años después, ya trabajando en un gran hospital público, añora su trabajo. Ve que yo le entiendo mucho más que los "nuevos médicos". Hablamos de la importancia de la anamnesis (la entrevista al paciente), del conocimiento del entorno del paciente, de la exploración física del paciente (disfruta viendo que yo valoro y conozco las técnicas que nunca se deberían haber perdido en el entorno médico), ... Pero, finalmente, cuando manifiesta su voluntad de jubilarse pronto, me lanza una pregunta: "Y cuando yo me ponga enfermo, ¿quién me visitará?. ¿Estos "nuevos médicos" ?. Qué miedo ".

Con los pacientes, recorro cada aspecto de su vida "real" y los confronto con la vida natural. Hábitos higiénicos (caminar, respirar, tomar el sol, dormir, deposiciones, ...), alimentarios (comer, beber agua), forma de vida (horas de trabajo y descanso, estrés, contaminaciones acústicas, del aire, electromagnéticas, estado de satisfacción emocional con la vida que lleva, ...), relacionales-sociales y de ocio, ... Es por eso que mis visitas (sobre todo, la primera) son muy largas (al menos, dos horas) . Porque la salud está compuesta de muchísimos aspectos. Y cuando recordamos uno, se nos olvidan los demás. Es curioso que coincide con los males de nuestra sociedad actual. Individualismo, superespecialización, necesidad de estar conectado con todo ... Pero muy poco atentos a los mensajes que nuestro cuerpo nos envía y a nuestra salud. Y ya no hablemos en el caso de personas estresadas ...

En definitiva, muchas veces mis pacientes saben perfectamente lo que les pasa y como deberían resolverlo. Pero casi siempre se les olvidan los detalles. Se lo recordaba el otro día a una paciente que me preguntaba por teléfono si un remedio podría estar causandole estreñimiento, porque había notado menos deposiciones desde que se lo tomaba. En mi respuesta le recordaba que hacía tiempo que había dejado de caminar como lo hacía. Y eso sí que afecta a las deposiciones. Y este es mi trabajo. Conocer la fisiología de cada paciente y, teniendo en cuenta sus hábitos de todo tipo, ser capaz de orientarle a recuperar la salud y recordarles, cuando se olvidan o les fallan las alarmas, qué es lo que les perjudica. Ya sé que es difícil hacerse cargo, pero os aseguro que mi trabajo es recorrer mentalmente una y otra vez los circuitos fisiológicos de mis pacientes para darme cuenta de lo que está fallando cada vez que algo no va como es debido. Pero, también lo es estar a su lado y entenderles a la hora de valorar qué hábitos, remedios o alimentos les pueden ayudar. No soy un "talibán" que se dedica a prohibir sistemáticamente alimentos, cafés, hábitos, ... esto es muy fácil para el médico-terapeuta, pero no ayuda al paciente y hace inviable llegar a la salud. Cada persona es diferente y el efecto de estos elementos en su salud, también. Lo que hay que hacer es compartir con el paciente lo que se puede hacer, lo que es posible en su situación vital y valorar conjuntamente el daño que le puede hacer a su salud lo que aún no puede resolver. Como ya digo en el encabezamiento del blog, no tengo vocación de ocasional, sino que me dedico a acompañar a mis pacientes en su evolución vital hacia la salud (en todos los órdenes).

Y es que no tenemos presentes algunas cosas que ya hace tiempo que sabemos: que la salud viene influida por lo que comemos (los venenos, las toxinas, lo que nos aprovecha), lo que bebemos, lo que respiramos (el aire, los gases, las partículas, ...), lo que nos rodea en forma de corrientes y magnetismo (incluidos los de la Luna, los astros, ...), las emociones que experimentamos, nuestras reacciones psicológicas, ...

Muchos creen que algunas de estas disciplinas todavía son muy recientes y están poco estudiadas. Y se equivocan. Vienen de Paracelso en el siglo XVI. Del Renacimiento. Qué curioso.

Y es que, siguiendo a los alquimistas (hombres de ciencia que se basaban, sobre todo, en la experimentación) que fueron capaces de distinguir los humores del cuerpo: bilis amarilla-fuego (la del hígado que, curiosamente, es el órgano de la energía y la ira), flema-aire-sangre (la falta de oxigenación afecta mucho a la sangre y los pulmones), ..., Paracelso definió que hacían falta cinco tipos de médicos:

- El del ambiente: aire, polución, electromagnetismo, instalaciones eléctricas, ... (¿sabíais que los campos magnéticos muy fuertes generan muchos estrógenos?), Que correspondía a un tipo de entes o entidades que él llamaba "ASTRALE" (lo que nos rodea y no vemos).
- El de las toxinas y venenos (que en su tiempo era el farmacéutico) y que asociaba a la entidad "veneni"
- El de la naturaleza y el cosmos (el que te lleva la herencia de los padres cuando naces y la influencia astrológica, recordad las constelaciones familiares, ...) asociado al ente "naturae"
- El de la psique (la mente), del ente llamado "spirituale"
- El del espíritu (la parte espiritual, las creencias, Dios), del ente llamado "dei"

Del mismo modo, estudiaron que no era lo mismo usar principios "extractados" de las plantas, que la planta entera. Que hacían falta minerales.

Por si queríais más ejemplos de cómo hemos llegado a olvidar lo que es bueno para nuestra salud, que algunas de estas cosas aún suenen a nuevas ...