domingo, 24 de abril de 2016

¿Por qué no funciona la medicina? ¿Por qué no nos curamos?

Para responder a esta pregunta, lo haré con la opinión mayoritaria de los mismos médicos. Lo más valorado es la cirugía. Seguida de la intervención de urgencias. A más distancia, la solución de enfermedades agudas. La gestión de la enfermedad crónica la encuentran incorrecta, mejorable (o, simplemente, nefasta) la inmensa mayor parte de los médicos.

Esta respuesta a la enfermedad crónica está diseñada, no nos engañemos, por los laboratorios farmacéuticos. Y no es de extrañar, ya que los médicos no hacen otra cosa que dar fármacos. Y como los protocolos y los fármacos van evolucionando, los médicos siguen las indicaciones ... de los visitadores médicos. Esta gente, llevan información y formación "nueva" a todos los médicos. La mayor parte de gastos de los laboratorios no van enfocadas al descubrimiento de nuevos fármacos, sino a la formación de los médicos en el uso de sus propios fármacos. En marketing, vaya. No evitaré una realidad lacerante. Después de años de carrera y muchos esfuerzos, a los médicos no les es fácil mantenerse actualizados. Y esta desactualización (que no la resuelve nadie) la "soluciona" el visitador médico. En el interés de quien le paga, obviamente.

El otro frente es de tipo legal. Hoy, un médico mira de reojo cualquier posible ataque legal que le pueda llegar. Y se cura en salud. No quiere problemas. Ni con los laboratorios, ni con los pacientes. Quizás mejor llamarlos "clientes". Cuadra más con una profesión, antes muy respetada, que se encuentra cada vez más cuestionada y perseguida. El respeto por los médicos y los profesores se ha transformado, en manos de una sociedad que ha perdido de vista todos los valores, incluso los que no deberían ser cuestionados, en una banalización que nos debería hacer pensar.

No valorar el esfuerzo que hacen los maestros, cuando la mayor parte de quienes los critican no son capaces de aguantar ni a sus propios hijos en casa dos horas, da vergüenza. Exigir a los médicos que sean un colectivo con vocación inquebrantable y disponibilidad absoluta, para luego tratarlos como lo hacemos es imperdonable. Pero también lo es que hoy en día hagan de médicos gente que no recuerdan que de sus actos dependen vidas. O gente que creen que pueden hacer de médicos como quien hace de tendero.

Pero, para ser justos, debemos mirar también hacia los pacientes. Quieren pastillas mágicas que los curen. Sin dejar de hacer lo que están haciendo.

Y encuentran lo que buscan. Les dan pastillas que no curan, pero los alivian. Y se conforman pensando "que no se puede hacer nada más". Y así vamos.

No escuchamos a nuestro cuerpo. Si lo hiciéramos sabríamos cómo curarnos.

No hace tanto que he descubierto que, para conseguir que los pacientes se curen a sí mismos, no basta con que yo aprenda el funcionamiento de la fisiología de su cuerpo y les dé herramientas. Es imprescindible que el paciente se haga consciente y sea consecuente si se quiere curar. Y, para ello, tengo que enseñar al paciente a escuchar a su cuerpo. Pero si el paciente no quiere hacerlo, sólo se podrá aliviar, no curar. El poder de curar, sólo lo tiene el paciente mismo. Debe salir de su conciencia, de su voluntad. Yo no lo puedo curar, sólo enseñarle cómo hacerlo, partiendo de lo que dice su cuerpo. Pero si el paciente se niega a escuchar a su cuerpo, es porque, en el fondo, no se quiere curar.

Este es el profundo "misterio" de que una gente se cure con unos tratamientos (o sin) y otra gente no se cure con ningún tratamiento.

¿Y por que?. Porque el hecho de curarnos empieza por aceptarnos y aceptar las cosas tal como son. Y no es nada fácil. Se necesita tiempo y ganas. Y ayuda.

Así que he hecho lo único que podía hacer: dedicar más tiempo a charlar con mis pacientes. A entenderles. Por mucho que las historias puedan parecer conocidas, no lo son en absoluto. Somos tan diferentes !!. Cada historia es diferente y le pasa a gente diferente. Lo que para mí es una minucia, para el otro es una montaña. Lo que para mí es un descalabro, para otro es una tontería. Y hace falta mucho respeto y empatía para entender esto. Y tiempo.

Por lo tanto, necesito más tiempo para entender a los pacientes. Porque, oído su cuerpo e interpretada su fisiología, puedo saber qué le falta para volver a la salud física. Pero, para que vuelva la salud completa y duradera, necesito un paciente consciente y que, en lugar de hacer las cosas porque las digo yo, las haga porque ha escuchado a su cuerpo que se las pide. Y yo les ayudo a escuchar a su cuerpo (y a su conciencia). Así saben si están preparados para curarse.

Creedme cuando os digo que podeis curaros (casi) cualquier cosa. Sólo necesitais ser conscientes.

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