miércoles, 30 de octubre de 2019

Teoría sobre la depresión y otras derivaciones del estrés crónico/ansiedad

Estoy profundizando en mi teoría sobre el origen de la depresión y otras derivaciones del estrés crónico/ansiedad.

Esquematizando: el "trauma" infantil originado al no recibir de los padres amor incondicional, basado en el hecho de que un niño, que nace originalmente asumiendo que se merece ser amado haga lo que haga (hasta que los adultos estropeamos esta convicción), reacciona a esto de maneras diferentes y, por tanto, causa diferentes reacciones en su cuerpo, al tiempo que, como cada cuerpo es diferente, las reacciones de su cuerpo difieren en función de la fisiología propia (sea heredada o no de los padres) y, por tanto, de la mayor suficiencia o carencia de ciertos componentes químicos u hormonales.

Respecto al amor incondicional, debemos partir del hecho de que, en nuestra sociedad, la prioridad del tiempo dedicado respecto a los niños es, casi, inexistente. Quiero decir que la mayor parte de padres quieren lo mejor para sus hijos, pero no parten de que sus hijos necesitan, fundamentalmente, amor y presencia. El amor que les damos, nos lleva a preocupaciones por su futuro y, por tanto, a trabajar mucho para llenarlos de cosas que nosotros creemos necesarias (y no digo que, en algunos casos, no lo sean). Pero estos esfuerzos derivan en poco tiempo de atención a los niños y, casi siempre, en errores graves de nuestro comportamiento.

Retomo un ejemplo típico. Cuando a un perro le sueltas un "No" en el momento que va a tocar una estufa que quema, el perro se detiene y lo entiende. Pero, ojo, sólo funciona si lo hacemos en el mismo momento. Reñirle 1 minuto después ya no funciona. Por que se mueve en un mundo de presente. Lo que yo estaba haciendo ahora, tal vez no es bueno y tengo que corregirlo. Lo mismo le pasa a un niño pequeño. Ahora bien, si a continuación, porque estamos nerviosos o cansados, seguimos enfadándonos, el perro (y el niño) ya no lo entienden. Y, en el caso del niño, a fuerza de repetir estos hechos, se implanta un mensaje: "Si mamá/ papá sigue enfadada conmigo y no estoy haciendo nada, quizás es que soy malo, porque la hago enfadar incluso cuando no hago nada ".

Antes de entrar en más "clasificaciones" hay que recordar que, aparte del "carácter" de cada uno, está el "carácter" de las otras personas con las que interacciona (que influye, y mucho, en la combinatoria de comportamientos resultantes) y, también, lo que podríamos llamar "creencias" (que acaban formando parte de la forma de ser). Para ponerlo en el ámbito de las relaciones padres-hijos, es obvio que la vida de cada uno influye en lo que cree que es amar. A unos padres que han pasado una guerra y les ha faltado lo más elemental (y se han sentido, por tanto, "abandonados" también por sus padres), trabajar como negros por el futuro de los hijos les parecerá la máxima expresión de amor , aunque los hijos no lo terminen recibiendo así. Tanto es así que hay unas afirmaciones que cuadran bastante (demasiado) con este hecho. Los padres se pasan la vida esperando que los hijos les den las gracias y los hijos se pasan la vida esperando que los padres les pidan perdón.

Dejando de lado los rarísimos casos de niños que han recibido amor incondicional, nos encontramos con dos grandes grupos:

- Los niños que no se sienten queridos por sus padres
- Los niños que se sienten abandonados por sus padres

Empezamos por el segundo grupo. Aquí encontraremos los niños que, además de no sentirse queridos por los padres, se han sentido abandonados por ellos. Simplificando, a estos niños los padres no les han procurado (aunque sea por que no han podido) la protección básica: han pasado hambre, han pasado miedo, han sentido que a sus padres no les importaba lo que les pasara. Estos niños, desarrollan comportamientos muy destructivos en las relaciones, porque han aprendido que los padres, que son los que como mínimo les han de amar, no sólo no se les han amado, sino que, además, no les han procurado el mínimo soporte para que puedan sobrevivir. Estos niños suelen tener comportamientos nada amorosos consigo mismos (no confundamos el egoísmo con quererse a sí mismos) y, por tanto, la imposibilidad de tejer sentimientos por los demás. Generan una desconfianza terrible en que alguien les pueda amar de verdad. Ya he dicho que, el hecho de que no reciban ni protección por parte de los padres, les imposibilita pensar que alguien les pueda amar de verdad.

Así que, en las relaciones, ponen pruebas imposibles a las otras personas. Para, al fin, y cuando el otro ya no puede más, acabar de reasegurarse que tienen razón y nadie les ama de verdad. En este grupo de personas, abundan los que aman sólo a los animales. Por que creen que son los únicos que les aman sin traicionarles.

Antes de ir a hablar de los comportamientos de los que están en el primer grupo (los que no se han sentido queridos), hay que decir que en los del segundo grupo (los que se han sentido abandonados) la "variedad" de reacciones puede abarcar (y combinar) con algunas de las reacciones de los del primer grupo. No puede ser de otra manera, dado que cada persona es única y no típica. Por lo tanto, los grupos de los que hablaré a continuación, sólo se han de entender como "marcos" de comportamiento, no como "clasificaciones" de personas.

A los niños que no se sienten queridos por sus padres, los podemos dividir en tres grandes grupos:

- Los que se esconden en un rincón. Dejan de luchar.
- Los que se enfadan y se vuelven agresivos contra otros (y, sobre todo, los padres) o contra sí mismos (como represión para evitar hacer daño a los padres u otra gente). Luchan contra alguien.

- Los que deciden aparentar ser felices y a la vez hacen de su vida una cruzada para hacer felices a los padres y otra gente: "ya que no merezco ser amado, al menos seré útil y haré todo lo posible por aquellos a quienes amo" . Luchan por todos, menos por sí mismos.

Aquí menciono lo que ya digo ampliamente en "Camino de Amor": nunca puedes amar a nadie más de lo que amas y nunca recibirás más amor que aquel que te tengas por ti mismo.

Está claro que estos tres grupos (no olvides tampoco los que se han sentido abandonados) tienen en común que su fisiología queda gravemente afectada por esta carencia. Y, cuando digo gravemente, no olvides que el cuerpo es una maravilla capaz de salvarnos la vida haciendo lo que parece imposible y, también, haciendo que, por fuera, parezca que estamos la mar de bien, mientras por dentro hay una lucha increíble para salvar la vida.

Y es que el común denominador es el estrés crónico, con reacciones muy diferenciadas. Porque el estrés crónico (ansiedad) es la respuesta del cuerpo cuando cree que está bajo agresión, porque el miedo es la respuesta cuando no hay amor por ti mismo. Vuelvo a recordar que no son "clasificaciones" y, por tanto, cada persona puede tener reacciones de más de un "grupo".

En el grupo de los que se enfadan y se vuelven agresivos, abundan las "enfermedades" (ya sabéis que no creo en clasificarlas) autoinmunes. Es conocido el hecho de que, por ejemplo, en los enfermos de artritis reumatoide, abunda la ira (a menudo contra los padres) que, para no causar daño a otros, acaba derivando en mal contra sí mismo. Caso también de las tiroiditis de Hashimoto, por poner otro ejemplo. Dentro de este grupo, los que no se retienen y son directamente agresivos para con la gente que les ha fallado, tienen patologías diversas que, de momento, no mencionaré.

En el grupo de los que se esconden en un rincón, tiene prioridad la depresión y otras enfermedades "mentales". Y lo pongo entre comillas porque todas las "enfermedades" son "mentales", porque nacen de no querernos. Y esto viene causado por nuestro ego que es lo que nos impide (con sus reacciones cerebrales y no del alma/conciencia) amarnos.

En el grupo que quieren aparentar ser felices y se dedican a trabajar mucho para salvar a todos y tomar sobre sus hombros la responsabilidad del mundo entero, el protagonista son las enfermedades derivadas del estrés crónico. Por ejemplo, la fatiga adrenal, con bajada de temperatura corporal, por que el cuerpo intenta enfriar las suprarrenales y evitar la creación descontrolada de las hormonas del estrés.

Sin querer ser exhaustivo, porque la combinatoria de cada cuerpo es única, hay que recordar que la tiroiditis de Hashimoto es una respuesta autoinmune hacia las hormonas del estrés que obligan a las hormonas tiroideas a trabajar incansablemente para generar reacciones con la glucosa para dar energía al cuerpo en situaciones de estrés.

En el caso de la gente con enfermedades "mentales" (sobre todo, la depresión) el que toma protagonismo es el desequilibrio de la química corporal y las hormonas. Curiosamente, se ha estudiado mucho la relación del sol con la depresión. En Rusia, hace ya muchos años, se combate la depresión con terapia solar. Muy conocida es también la prevalencia de la depresión en países nórdicos con poca insolación. Lo que ya no se estudia es el porqué de esta relación. Aquí voy.

El sol es un generador de energía impresionante. Todos los seres vivos lo buscan. Ved cuáles son las prioridades de gatos y perros.

Hay seres humanos que huyen del sol porque dicen que les hace daño. Hay un grupo bastante conocido: los que han bebido demasiado. Pero, hay más.

Vuelvo a recordar lo que he dicho muchas veces: el cuerpo humano y la naturaleza no se equivocan. ¿Por qué un cuerpo humano huye del sol, que es un elemento fundamental para la vida? Sólo lo hace cuando el estado del cuerpo puede provocar reacciones no deseadas al contacto con el sol. Y esto se da cuando el cuerpo está toxificado, sea por el alcohol u otras toxinas. Porque el sol es un gran movilizador de todo lo que circula bajo la piel. Y lo que no conviene es movilizar las toxinas, porque aceleraría el deterioro de la salud.

Y es que el sol, entre otras cosas, genera (a partir del colesterol, que no tiene nada de malo) la imprescindible vitamina D, que es la prohormona más fundamental del cuerpo. No hace falta que os canséis leyendo los "descubrimientos" de la ciencia oficial que abundan últimamente (para vender suplementos) que explican tal o cual bondad de esta vitamina. Por que la vitamina D (igual que el magnesio y la vitamina C y otras del grupo B que "desaparecen" debido al estrés) son las que dan soporte vital a la mayoría de reacciones del cuerpo. Por lo tanto, obviamente, el cuerpo no prescindiría del sol si no fuera por razones de peso.

La toxificación del cuerpo de origen no-alcohólico, tiene que ver con la "sangre sucia", simplificación de los antiguos naturistas que viene a decir que el cuerpo no se limpia correctamente. Y esto viene de no vaciar correctamente los intestinos, por la mala alimentación, por no beber suficiente agua y por no alimentar correctamente la flora intestinal. Todo esto ya lo trato en otros artículos de este blog.

Y, para conectar con las cosas que ya he dicho en el blog que son imprescindibles para la salud, si no limpias el cuerpo de toxinas (que vienen a ser el pasado que se pudre dentro de nosotros, por que no lo soltamos y le damos vueltas), no tomas el sol y, por tanto, no estás saludable. Y como, dentro del grupo de los elementos imprescindibles para el cuerpo, la vitamina D es de los preeminentes en la creación de hormonas y el equilibrio químico, queda claro por qué es determinante en la presencia de dichas "enfermedades mentales" y, sobre todo, de la depresión.

O sea que para abordar el tratamiento de la depresión, como para cualquier otro "enfermedad", se debe hacer todo lo que ya explico en otros artículos como imprescindible para la salud. Buenos alimentos, agua, luz, sol, aire, limpiar el intestino grueso y alimentar el intestino delgado. Cuando el cuerpo esté libre de toxinas, ya nos pedirá sol.

Pero, para ello, hay que dedicarse atención a uno mismo y escuchar el cuerpo. En definitiva, y en primer lugar (y como siempre), quererse a uno mismo.

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